Medio Cool

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Me ha dejado de gustar la literatura. Quizás nunca me gustó. Leí los clásicos a regañadientes. Los antiguos. Don Quixote. Algunos franceses. Algunos rusos. Americanos de todo el hemisferio. No cuento el teatro porque a pesar de haberlo estudiado no creo que es lectura sino libreto de producción. La poesía me entró con dificultades, excepto esos romances deliciosos que todo el mundo sabe. En fin, la poesía que todo el mundo sabe. La difícil, no. Lorca, no Cernuda.

No sé porqué estudié literatura. Ah sí, porque las otras asignaturas me gustaban menos, y porque en las letras de vez en cuando encontraba el éxtasis, algo que nunca hallé en, digamos, la religión. ¿Por qué la estudié por tantos años? ¿Por qué pretendí ser su estudioso? Los estudios avanzados son así, te ofrecen la posibilidad de seguir institucionalizado, y es como pisar cáscara de plátano. ¡Plaf! Doctorado, profesor, algún artículo en revista especializada.

Bueno, a esas alturas ya no estaba en los libros sino en el cine. Film studies, cuyo único impedimento era lo de studies. Masoquista que no sólo estudió para hacer carrera sino que hizo carrera de los estudios, siempre odié estudiar. Pero las películas no las miraba a regañadientes; al contrario, me di el gustazo de, hasta cierto punto, vivir de un vició. Un vicio del Siglo XX.

Porque sí, era sólo un siglo. Nunca llegaré a leer todos los libros que hay que leer, pero he visto lo que hay que ver para sostener un diálogo más o menos civilizado. Hay algo de tristeza en eso. Se pudieran agotar los recursos antes de que me agote yo. Llegar a Finisterre. Más allá hay dragones. Literalmente. Los japoneses no pararon de parirlos. Y los coreanos le zumba.

Tambien está la tele, y ahí entramos en territorio complicado. Si llamé vicio al cine fue por hacérmelas. La televisión sí es vicio. Pura droga. ¿Benigna? The jury is out.

Si hiciera un verdadero examen de conciencia sobre la tele probablemente descubriría porqué me ha dejado de gustar la literatura. Pero eso cruzaría la barrera, frágil en mi caso, que separa el género ensayo del sacramento que antes se llamaba Confesión. O del talk therapy. En todo caso, se trata de instintos, gustos, no todos forjados en la cultura docta. A mucha gente no le gusta la alta cultura. Les parece elitista (lo es) y pretenciosa (really?). Los estudios avanzados pueden sobrepasar esos sentimientos, pero, como observo en mí mismo, no todos.

O quizás no se trata de Post Academic Stress Disorder, sino que simplemente no soy un chico tan listo. La literatura, como todas las humanidades, exige cerebro. Podría decir, como el sagaz enano de Juego de Tronos, “it’s not that small.” But maybe it is, hermano lector. Maybe.